El 28 de septiembre, a la 1 de la tarde, empezó mi examen de grado. Finalmente ya todo estaba listo y debido a la pandemia se hizo de forma virtual. Los tres sinodales que estuvieron fueron: Dr. Francisco Hernández Quiroz (presidente), Dr. Jorge Luis Ortega Arjona (vocal) y Dr. Vladislav Khartchenko (secretario). La mecánica fue más o menos la misma que para otros exámenes. Primero tuve media hora aproximadamente, para hablar del trabajo realizado. Posteriormente hubo preguntas del jurado para que, acto seguido, me mandasen a un cuarto virtual en donde no podía verlos ni saber qué deliberaban. Unos 12 minutos después me dejaron ingresar y me aprobaron. Me dieron la mención honorífica, lo cual me asombró un poco (no la esperaba) pero que sin duda, me puso muy contento. Me tomaron la protesta y los sinodales me felicitaron.
Cabe describir que para llegar al examen de grado pasé por 8 revisiones (una por cada semestre), un examen de candidatura, la obligación de publicar un artículo de conferencia y otro en revista arbitrada. Desde luego, hubo que entregar la constancia del examen TOEFL (inglés) y algún requisito más que ya no recuerdo. Debo decir que el posgrado hizo siempre todo para ayudarme y le agradezco a la Secretaria Académica Lulú (Lourdes González Lora), pilar de esta institución. Igualmente el Dr. Javier Gómez, quien es el coordinador del posgrado, del cual no tengo ninguna queja, al contrario, pues siempre se interesó por mi trabajo.
Aunque ya agradecí -al final del examen- a mi asesor, tutores y sinodales, repito un poco lo que dije: Primero, agradecer a la UNAM que es muy generosa. Vamos, aparte de darme esta educación superior no me cobró jamás ni un centavo. Pero más allá de eso, es claro que ser de la UNAM es un privilegio y lo que soy es en gran medida a la Máxima Casa de Estudios, que es más que un slogan, mucho más. Igualmente agradezco al Dr. Jorge Luis Ortega Arjona, que ininterrumpidamente, por más de cuatro años, nos vimos en su cubículo una vez a la semana para verificar los avances del trabajo. Los dos tutores asignados, el Dr. Héctor Benítez y el Dr. Vladislav Khartchenko, siempre revisaron el trabajo y dieron las sugerencias que venían al caso. Algunas funcionaron bien, otras fueron caminos sin retorno, pero esos caminos hicieron más ilustrativa la investigación y sin duda la enriqueció.
Finalmente tengo que agradecer al Dr. Francisco Hernández Quiroz, que en ocasiones tuve que pedirle asesoría y siempre estuvo de buen ánimo para escucharme. Finalmente quiero agradecerle a la Dra. Atocha Aliseda Llera, que fue mi compañera en algunas clases que llevamos en la Facultad y que cuando supo que estaba realizando el doctorado me dio todos los ánimos. Buena amiga siempre, amén de académica notable.
Desde luego tengo que agradecerle a Pilar, que siempre me ha apoyado. Mujer excepcional que me da gusto tenerla a mi lado y que me hace feliz. Igualmente a mi mamá y hermanos, que siempre están ahí. Esa es la verdad y eso es apoyo, nada de medias tintas.
Para quienes les interese mi tesis, trata de teoría de juegos. Brevemente resumo el asunto: la teoría de juegos es la teoría del conflicto, la teoría del tomar decisiones. En general, por los trabajos de Von Neumann y Morgenstein, sabemos cómo resolver muchos juegos, es decir, cómo hacer para jugar y sacar ventaja. Esto se reduce a dos posibilidades básicas: una matriz de pagos, en donde se ponen a todos los jugadores y las estrategias de cada uno de ellos y se hace el producto cruzado de todas las posibilidades para saber en cada caso las ganancias y las pérdidas. Sin embargo, los juegos que estudié, los de suma-cero (donde la ventaja de un jugador es la desventaja del otro) e información perfecta (en donde toda la información está disponible para todos los agentes, para todos los que juegan), pueden en muchas ocasiones resolverse mediante la observación de patrones que le dan la ventaja a un jugador. Tomé (y no es casualidad), el ajedrez, como caso de estudio, en donde hallé que hay muchos patrones que pueden usarse para resolver la ventaja en lugar de analizar todas las posibilidades como son, por ejemplo, el regalo griego (el sacrificio de un alfil en h7 para iniciar un fuerte ataque contra el rey negro) y el sacrificio de los dos alfiles, como se dio en la partida Lasker-Bauer, Amsterdam 1889, en donde el patrón se repite en partidas incluso modernas, como en Miles-Browne, Olimpiada de Malta 1982 o Jufdit Polgar - Karpov, en un torneo de semirrápidas en donde el excampeón del mundo abandona cuando se da cuentas que ha entrado en el patrón de la partida de Lasker.
De todo este trabajo se creó un lenguaje de descripción de posiciones que puede ser usado para definir patrones. Quien le interese ese artículo, escríbame a morsa@la-morsa.com y se lo envío. La tesis puede descargarse de este enlace.