Ayer veía un fragmento de la "mañanera del pueblo", en donde inició con aplausos a Sheinbaum (por parte de esos periodistas que cubren la fuente presidencial y que parecen más paleros que otra cosa). Y de pronto me encuentro a Sheinbaum hablando y en segundo plano la imagen de una indígena mexicana y la bandera nacional... Lo curioso fue que una parte de dicha bandera me parecía que se asemejaba a la silueta del hombre naranja y la pesadilla de todo el continente americano, el presidente Donald Trump.
Las mañaneras del Presidente de la República son un circo diario que francamente está desgastado. De pretender ser un ejercicio democrático, el tener al presidente López Obrador todas lass mañanas tres horas, improvisando, sin tener datos o bien “tener otros datos” aunque jamás los exhiba, las conferencias mañaneras son el caldo de cultivo cotidiano para mostrar la ineptitud de la cabeza de esta dizque transformación del país.
López Obrador ha dicho que él sale sin saber exactamente de qué va a hablar, lo cual hace que su propia idea de las conferencias mañaneras se diluya en un mal chiste. Vamos, debería haber una orden del día, indicar qué puntos se van a tratar y hacerlo expeditamente. Pero no, tiene tres horas para decir cuanta babosada se le ocurre y además –LópezObrador lo sabe- la figura presidencial merece un respeto tal que nadie le dirá que miente, o que ya estuvo suave de tanba tontería, comentarios chuscos, ataques contra todo aquel que en la cabeza del mandatario está en su contra, etcétera. AMLO no se equivoca, sépanlo de una vez y por eso el país está así. Por eso hay más homicidos dolosos que en las dos anteriores administraciones aunque el mandatario crea que todo es cuestión de abrazos y no balazos.
Cada vez que abre la boca AMLO suelta alguna maldición contra alguien en particular o bien, contra un grupo que le causa problemas en su limitada mente. Si no es Loret es el Universal, sino el Reforma. Todos son fifís, conservadores, contrarios a la 4T y desde luego, las denuncias públicas contra el dinero recibido por los hermanos del peje son justificables, son pecata minuta, poca cosa. Y entonces AMLO repite: “Es que no somos iguales”. Y en eso parece tener razón, porque ahora son peores.
Las mañaneras son en realidad una válvula de escape de LópezObrador a su vocación oculta, la de ser sacerdote. Habla de humildad, de ayudar a los desposeídos, de evitar que el dinero sea el fin principal de todos, de evitar el “lujo barato” (sic AMLO), y pretende construir una clase media con valores y principios, que sea solidaria, que apoye a los que no tienen, que les dé la mano y les ayuden a incorporarse a los que tienen más, que deje de ser clasista o racista, etcétera. Vamos, un discurso que aburre a un camello y que habla básicamente de expresar –cual sacerdote en misa- que es la máxima autoridad, de cómo debemos comportarnos en la vida.
Pero no me crean, véanlo por ustedes mismos:
Por eso las mañaneras son el evento en el que el presidente va encantado. Porque tiene el control, porque pocos “se salen del huacal” (como cuando pregunta Jorge Ramos), y las conferencias son como las misas, en donde el sacerdote en turno (para seguir con la analogía), puede hablar de todo, del amor de pareja (aunque jamás sepa lo que eso significa) hasta de la muerte (aunque nadie sepa al final de cuentas nada al respecto).
Yo ya tengo mi pronóstico para este sexenio: sus maravillosas obras se olvidarán o no se van a terminar. La Refinería, su Aeropuerto inútil y el Tren Maya quedarán como ejemplo de proyectos que se hicieron sin los estudios correspondientes, basándose solamente en el poder que tienen el presidente. Quien llegue en el 24 tendrá que fajarse el cinturón porque la crisis nos va a alcanzar sin duda. La economía no perdona y lo malo es que todos vamos a pagar los platos rotos.