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Tuesday, September 10, 2024

El poder de López Obrador


Andrés Manuel López Obrador, el ahora presidente saliente, es sin duda uno de los políticos más astutos que ha tenido este país. No sé con qué artes ni cómo, pero logró que la figura presidencial fuese lo más importante en este gobierno y su administración no tiene que ver con los logros del país, sino con él, quien es víctima de los “adversarios” políticos, con quienes ha luchado para erradicar, según dice, los regímenes anteriores donde estos personajes eran parte de una elite impune, que hacía todo tipo de negocios al amparo del poder.

El presidente saliente se convirtió en una versión mucho más nefasta y añeja del viejísimo PRI, en donde se decía, “no se movía ni una hoja de un árbol si el presidente no lo ordenaba”. En este gobierno hemos visto que las decisiones no se toman con estudios de mercado, con un análisis profundo. No, nada de eso. Aquí las decisiones de los proyectos las decide el mandatario tabasqueño, quien una noche se le ocurre, por ejemplo, el crear una megafarmacia en donde según su sabio entender, estarán todas las medicinas y se habrá acabado el desabasto. Y entonces AMLO ordena que se haga esa magna obra para resolver esta problemática que de verdad ya lo tenía hasta la madre y entonces, de la noche a la mañana se gastan 2500 millones de pesos en una bodega que era de los dueños de las tiendas Liverpool, y casi por arte de magia se inaugura en tiempo récord. Pero desde luego, no hubo un sesudo análisis, no hubo ningún estudio de viabilidad, nada, cero, nil. Y ahí tenemos ese elefante blanco que la nueva presidente, si tiene un par de dedos de frente, debería cancelar a la brevedad.

López Obrador me parece notable en términos de política. Un día, para vengarse de la afrenta de la Ministra Piña, al no ponerse de pie frente a AMLO en un evento oficial, decidió que el Poder Judicial necesitaba una reforma quirúrgica. Y lanzó una propuesta para cambiar la manera en como se eligen los jueces, magistrados y ministros. Y como hay nueva cámara de diputados y senadores y Morena tiene mayoría calificada (al menos en la cámara baja), la probabilidad de que la reforma pase tal y como la mandó el presidente es muy alta. Y no importan las voces disidentes. No le causa el mínimo escozor que destruir al poder judicial sea un paso grave para implantar eventualmente una dictadura a modo.

No obstante esto, los trabajadores del poder judicial no han aceptado esta reforma y ahora, a punto de ser votada en la cámara de senadores, se encontraron ya con manifestaciones violentas. Vamos, hoy todo el poder judicial está en paro porque es claro que la reforma impulsada por AMLO es un capricho y una venganza. En esencia, que “el pueblo bueno y sabio” vote por los ministros, magistrados y jueces, no resolverá el problema que es el poder judicial como lo conocemos en el país. Ya sabemos y lo sabemos bien, que las leyes en nuestro país no son expeditas, están valoradas en pesos y centavos y el que sufre las consecuencias de no tener dinero significa ser encarcelado, perder los juicios, etcétera.

A mí me parece que López Obrador, como siempre que afirma algo miente, piensa mantenerse a la sombra del poder. Porque si senadores y diputados en su mayoría son de Morena, bastará para que el tabasqueño haga un par de llamadas para que alguna propuesta que se le ocurra pase a las cámaras y se vote. O peor aún, que le diga a Claudia Sheinbaum qué hacer y ella, por lo pronto en este momento, seguirá las instrucciones del presidente saliente.

A mí me llama mucho la atención el poder que ha logrado López Obrador. Más allá de regalar dinero y por ende, lograr más votos, la realidad es que la mayoría de los políticos lo idolatran y le besan los empeines porque creen (y de eso no tengo dudas), que es el mejor presidente que ha tenido este país.

Pero el más sagaz de los políticos puede equivocarse también. Con tan poco tiempo para maniobrar,  podría pensarse que no ha medido adecuadamente las consecuencias. Todo el problema de la reforma al poder judicial puede ser como una variante mal calculada en ajedrez. Quizás no vio tan lejos en lo que podría ocurrir o bien al contrario, como diría el gran maestro danés Bent Larsen: “Cálculo largo, cálculo equivocado”.

Vamos a seguir esta telenovela puntualmente. Me parece increíble que hasta el último día de su mandato, AMLO está dispuesto de armar los peores problemas que pueda y además, ponerlos en la agenda nacional. A diferencia de los anteriores mandatarios salientes, que se iban apagando, aquí López Obrador pretende ser la noticia cotidiana, diaria, aunque esté llena de mentiras y de medias verdades en el mejor de los casos, y quiere ser la noota hasta el último día de septiembre, apaentemente. De hecho, no parece importarle a este mesías tabasqueño cómo le deja el país a la siguiente presidente. Y es que todo trata de él. Vamos, este país es él, o al menos eso cree.


Wednesday, March 16, 2011

¿Crecimiento sustentable?

Ahora que Japón tiene la problemática que tiene: un enorme sismo, un peor tsunami y una emergencia nuclear digna de ciencia ficción, no han faltado opiniones al respecto de que el fenómeno es una especie de venganza de la Tierra, de la Madre Naturaleza, por no haber sabido tratarla con el respeto que se merece. Pareciese -según las opiniones de estos personajes- entre ellos Anna Bolena Meléndez, una periodista y escritora, que escribe una sección de lunes a viernes en el Excélsior, que el hombre es la peor plaga que ha azotado al planeta y que nos hemos desvivido en la avaricia, en el egoísmo, en el sacar ventaja de todo, a costa de lo que sea, y por ende, ¿de qué nos sorprendemos? La Naturaleza se enoja con nostros y está así de darnos un manotazo y borrarnos del mapa si así lo desea. Y es que los humanos no nos medimos, dicen. Resulta que construimos enormes ciudades, explotamos todo lo que está a nuestro derredor, somos los peores depredadores y por ende, hasta chance y nos tenemos merecido que nos pase esto.


Pero he aquí su escrito, ustedes decidan:

Luz para Japón

Acabamos a nuestro paso, devastamos, destruimos, por compulsión, por ambición.

Anna Bolena Meléndez


Siento profundamente lo que está sucediendo en Japón. La hermana de un gran amigo se encuentra viviendo allá y ha estado inmersa en un infierno de evacuar los puntos peligrosos y cruzar los dedos porque no se libere toda esa radiactividad causada por las mugrosas armas asesinas que nosotros mismos hemos fabricado. Ahora hay miles y miles de personas inocentes con peligro de ser seriamente afectadas por esa acumulación de energía que hemos generado para pelearnos el territorio. Hoy ya casi ni territorio tenemos y no nos damos cuenta de que la naturaleza está reclamando su integridad, que está acabando con todo lo que nosotros construimos sobre su devastado suelo. Nos importó un bledo, talamos árboles, nos acabamos el agua, provocamos el calentamiento y, con eso, el total desequilibrio de nuestra madre y sus especies, ahora nos engañamos diciendo que conquistaremos la Luna y por qué no otro planeta en la vasta Vía Láctea, que también nos podamos acabar en unos cuantos miles de años.

Somos la peor plaga que ha creado la naturaleza, acabamos a nuestro paso, devastamos, destruimos, por compulsión, por ambición, por sed de violencia. Y ahora por fin, bañados en la sangre de nuestra Tierra, levantamos los brazos esperando que un milagro suceda. Veo a personas sufriendo, muriendo, heridas y con el terror clavado en sus huesos, veo niños que esperaban un mundo mejor y que les entregamos agonizante, veo a la pobre tierra defendiéndose de lo que por años hemos hecho y esa defensa cobra y seguirá cobrando vidas. Ninguno estamos exentos, desde los que viven a la orilla del mar hasta los que vivimos en el centro del cemento estamos vulnerables a su furia, al aplastante peso de nuestras propias creaciones, al odio que imprimimos a nuestro entorno.

Veo el mar entrar furioso a las poblaciones que hoy llamamos hermanas porque las vemos sufrir, pero que al fin y al cabo seguimos fomentando nuestras fronteras, nuestras diferencias que no entendemos que simplemente no existen, que nos las inventamos y que gracias a esas fronteras hoy el mundo se rompe en pedazos víctima de sus propias divisiones.

Cómo no dejamos de ver el árbol que tenemos enfrente y comprendemos que es hora de regresar unos cuantos pasos y retomar a la naturaleza. Se me ponen los pelos de punta cuando veo las escenas del mar entrar a Miyako, ver cómo las aguas deshacen los barcos como si fueran de cristal, ni hablar de la vulnerabilidad de los humanos, es entonces cuando mostramos respeto, cuando tenemos miedo. ¿Necesitamos encontrarnos con la cara frente a una de estas tragedias para comenzar a tomar conciencia? ¿No nos basta con mirar cómo la tierra se sacude del otro lado del que nosotros vivimos? ¿No pensamos que así como se sacude de una lado, se sacudirá por el otro?

Yo no quiero ser ave de mal agüero, pero la cantidad de desastres naturales que se registraron en 2010 es brutal, muchos de los que ni nos enteramos o muchas veces no ponemos atención, pero a cada momento suceden cosas, pequeñas, gigantes, que llaman o no nuestra atención. No podemos ser tan inocentes de pensar que el mundo se va a acabar en 2012 así nada más, un meteorito llega y nos acaba. ¡Dejemos de ver tanto cine de Hollywood y utilicemos la lógica! Todo lo que está sucediendo ahorita, los tsunamis, los terremotos, explosiones de volcanes, etcétera, son muestra de lo que digo. En cada uno de estos desastres naturales mueren miles de personas. ¿Acaso eso no parece como un trocito del fin? No creo que se acabe el mundo, pero los humanos somos tan egoístas que juramos que si la Tierra acaba con nosotros, entonces se acaba el mundo. ¡Mi vida! Creo que la Tierra va a recobrar el mando, creo que quedarán muchos menos que tendrán más conciencia después de ver lo que la naturaleza es capaz de hacer si se siente irrespetada. Creo que si tenemos suerte, la Tierra nos puede dar una segunda oportunidad para demostrar que podemos dejar de ser una plaga para convertirnos en parte de un ecosistema, que podemos vivir de formas alternas y con una conciencia más elevada hacia el respeto entre especies, que podemos olvidarnos de las fronteras y los colores para abrir los brazos a la diversidad.

Yo soy una humana aterrorizada porque estoy consciente de que, si en este momento a la naturaleza se le da la gana, nos borra del mapa. Me duele pensar en toda la gente que ha muerto, a todos los que quedan por morir, pero tengo la esperanza de que reflexionemos y entonces sí luchemos por un mundo mejor en todos los aspectos.

Hasta aquí el artículo, aparecido el 15 de marzo de este 2011.

La realidad es que opiniones como los de la periodista mencionada, que no es la única que piensa así desafortunadamente, están basadas en creencias equivocadas e ignorancia. Yo me pregunto de qué sirve tanta ciencia si alguien va a salir con la idiotez de que este fenómeno natural es una especie de venganza de la Tierra por el maltrato.

Primero hay que aclarar que los sismos, los tsunamis, son fenómenos naturales que se han dado a través de los siglos e incluso, mucho antes de que el hombre hiciese su presencia en la faz de la Tierra. Las placas tectónicas son las que provocan los sismos y son las que modelan los continentes. Así, cuando estas placas se mueven, porque siempres se están moviendo, al unirse una con la otra provoca estos estremecimientos de Tierra. Probablemente ahora su potencia sea mucho menor que hace cientos o miles de años, pues la Tierra ya tiene cierto tiempo de haberse formado. Los terremotos actuales palidecen en fuerza contra los que probablemente ocurrieron hace muchos pero muchos siglos, cuando la Tierra era mucho más joven.

Asi pues, es más simple pensar así, que el creer que estamos ante un castigo divino por portarnos mal. Quien hace este tipo de absurdas hipótesis cree que los únicos buenos son ellos, pero no se dan cuenta de que hay miles de ejemplos para demostrar lo contrario. Me explico: en primera instancia, el hecho de construir una casa, departamento, vivienda, depreda el entorno alrededor del mismo. Poner cemento, varillas, ladrillos, acaba con la fauna y flora que pueda existir en el terreno donde se construye. Pero de esto no se acuerdan los que hablan de estas venganzas cuasi divinas contra la perversidad del depredador humano. Pero por si fuera esto poco, quienes vivimos en una ciudad, usamos servicios como agua, gas, gasolina, luz, etc. Algunos que tenemos la suerte de tener automóvil, lo sacamos para desplazarnos, consumiendo gasolina que se quemará para convertirla en movimiento, además con el agravante de que es un recurso no renovable, es decir, la gasolina, el petróleo, se acabará en algún momento.

Todos estos personajes que creen que la naturaleza del hombre es malvada, exceptuándolos a ellos, claro, se les olvida que simplemente por existir depredan su medio ambiente. Y nos hablan del peligro de las centrales nucleares (hasta que ocurren las dificultades como las que ahora tiene Japón, sino ni se acuerdan de ellas), pero jamás dicen nada de esto cuando encienden la luz de sus recámaras, o prenden sus computadoras, o cargan sus iPads y teléfonos celulares. Para ellos, en su sublime ignorancia, jamás se percatan del uso de los recursos y como los pagan, sienten que si quieren, pueden desperdiciarlos.

El punto es que en mi opinión, la naturaleza humana está condenada eventualmente, pero no como castigo divino, sino porque no existe algo real que pueda llamarse crecimiento sustentable. Por ejemplo, para poder generar electricidad para los millones de habitantes que hay en Japón, los nipones decidieron -con los riesgos que pueda conllevar- hacerse de centrales nucleares. Vieron esa posibilidad porque sino ¿de dónde iban a sacar tanta energía para su país? El punto es pues que para ello tienen reactores nucleares que generan vapor para las turbinas que generan la electricidad. Pero eso o se desconoce o se olvida. Los que se sienten no depredadores ignoran probablemente que todo proceso lleva aparejados pros y contras. Y créanme, no se construyen centrales nucleares para que un grupo de avariciosos se haga de millones de dólares a riesgo de los posibles percances nucleares (que además, como ya he dicho antes, están sopesados y que a la fecha nunca han sido tan graves como los pesimistas hubiesen deseado que pasaran). Se hacen porque los grupos humanos necesitan ciertos satisfactores y se hará lo indecible con tal de conseguirlos.

Pasa lo mismo cuando nace algún ser humano. En principio, necesita de alimentos, higiene y protección. Para que estos factores estén presentes se necesita usar mucha energía, y mucha de ella es no renovable. Pero estos amigos que creen que el hombre es un ente perverso, se le olvidan estos detalles que hacen posible que los niños que tienen todos estos recursos, tengan más probabilidad de llegar sanos y con bien a la edad adulta.

Asi pues, la sustentabilidad, el crecimiento sustentable es imposible porque -eventualmente- al consumir los recursos no renovables, hallaremos que es imposible mantenernos en esto de la sustentabilidad. Tendremos la obligación de ver qué hacemos cuando uno de los recursos claves del planeta desaparezca y cómo lo vamos a sustituir. Por ello, pretender ya no sólo crecer, sino mantenerse en un punto donde no perdamos sustentabilidad es un mito. Es imposible, para decirlo en una palabra.

En conclusión, pienso que la raza humana está condenada, a largo o a muy largo plazo, pero que acabará por sucumbir como pasó en su momento con los dinosaurios, porque simplemente las condiciones del planeta se harán imposibles para la vida de los seres humanos. ¿Cuándo pasará? No lo sé, y pienso que estamos lejos de ello, pero de que estamos en una trampa sin salida, en un dilema sin solución satisfactoria, me queda clarísmo. Llegará el momento en que no habrá suficientes satisfactores y además, llegará el momento en que no haya satisfactores, no importa lo que haga el ser humano para encontrarlos. Pero esto no será por un castigo divino, por ser malosos, por portarnos mal con nuestra madre, la Tierra, sino porque es un camino natural que seguramente tendremos que pasar como raza humana.