Con el asunto de los aranceles, la presidente tuvo que de pronto, tomar decisiones, “ponerse las pilas” y ver cómo le hacía para lidiar con el presidente más naranja de la historia. Trump está en un afán de “ahí viene el lobo”, cada vez que amenaza con los aranceles y de pronto ha convertido al país en un sirviente que acepta todo lo que le piden. ¿Qué quieren narcos en EEUU para juzgarlos allá? Mándenselos. Las leyes salen sobrando porque ante el argumento de la seguridad nacional, se vale pisotear la manera en cómo se hacen las extradiciones. Y no se mandaron un par de delincuentes, no. Se remitieron 29. Así de rápido y expedito.
Parece pues que Trump nos ha tomado la medida como país y hará todo lo que se le antoje, nos pedirá cualquier cosa y le tendremos que cumplir, porque la amenaza arancelaria seguirá como espada de Damocles.
Pero eso es lo de menos. Claudia Sheinbaum, ante los aranceles, que se pusieron el 2 de marzo, decidió que daría respuesta al tema, pero no lo haría en la “mañanera del pueblo”, sino en el Zócalo, en donde haría una asamblea informativa (como antaño hacían en la Facultad de Ciencias cada vez que querían demandar algo a los dirigentes de nuestra escuela). Ahora la Sheinbaum usa los conocimientos adquiridos, pero a nivel país.
Pero sucedió que Trump concedió un mes de gracia a poner los aranceles y de ponto ya no había necesidad de informar nada. Pero el show va y se convirtió en un festival, en donde simplemente se trata de ver cómo se luce la presidente.
Curiosamente, los periodistas tomaron una escena interesante, en donde está Andy López Beltrán, junto con otros gobernadores y personajes políticos, los cuales parecen hacerle más caso al hijo de AMLO que a la presidente, que llega por detrás de ellos y entonces la saludan. Ya muchos han tomado esto como un aviso de quién es el importante. Y bueno, esta especulación periodística es como de los programas de chismes de los “famosos”. Hoy se hace un escándalo de esto. Mañana se olvida. Véanlo ustedes mismos aquí.
A mí me llamó más la atención la felicidad que muestra la presidente en este acto. Está encantada siendo la admiración de este pueblo que se traga todo. Saluda a amigos, los besa, se da abrazos y eventualmente toma el templete para echar el rollo preparado, que desde luego, no dirá nada nuevo, ni servirá de nada. Pero eso sí, la tendrá contenta porque pensará lo tanto que la quiere el pueblo bueno y sabio. Y probablemente ni siquiera recuerde del acarreo metódico que el gobierno hace para llenar la plaza pública.
Así las cosas. Satisfecha la vanidad de la presidente podemos todos terminar contentos este domingo. Nada va a cambiar y las presiones de Trump seguirán. Y viviremos con “el Jesús en la boca” cada mes. Ya verán.