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Tuesday, January 02, 2024

Misterios por resolver


Un fenómeno que ocurre en la vida de todo ajedrecista es la merma de su capacidad paras jugar bien en la medida que se hace mayor en edad. Jugadores del nivel de David Bronstein, quien perdiera un polémico match por el título mundial contra Botvinnik, en sus últimos años (quizás ya retirado), de ser un jugador de elite, llegó a tener en el 2006 un Elo de 2432, lo que equivale a la fuerza de un Maestro Internacional promedio. Desde luego que en ese entonces ya tenía 82 años. Tampoco podemos esperar que conservase un nivel de gran maestro de elite. Otro ejemplo: Víktor Korchnoi tenía 2499 puntos Elo en el 2016 (el año que murió), y eso que tuvo una de las carreras más longevas del ajedrez.

Hay muchos factores por los cuales merma la capacidad del ajedrecista. Probablemente la más importante es la motivación para seguir jugando en torneos. Por ejemplo, Garry Kasparov se retiraría del ajedrez profesional el 10 de marzo del 2005 cuando declaró que ya había ganado todos los torneos importantes en el mundo y además, que le frustraba la falta de organización en lo que se refería al título mundial. Así, el mejor jugador de todos los tiempos probablemente (tema en que se puede siempre polemizar), dejaba el duro ajedrez de torneos. Hay algo de falta de motivación para seguir en la brega.

Mis amigos del club Mercenarios, entre otros, incluso yo mismo, padecemos de este fenomeno. Hay en particular un fuerte Maestro FIDE que tiene ahora 1985 puntos Elo, cuando su nivel siempre estuvo por encima de los 2200 sin problemas. Yo voy de bajada y del último Elo que tuve, 2043, perdí como 39 puntos en la Copa Independencia hace un par de años. Es decir, estoy aún por encima de los 2000 puntos pero si sigo jugando, probablemente me haga bajar debajo de ese nivel.

Y hay que decir que esto es poco importante, pero pega en el ego de todos los ajedrecistas. Y tal vez en ese sentido, habría que pensar como Yusupov, que declararía que cuando se retiró, se liberó de esa carga pesada del Elo, el cual le permitía que lo invitaran a torneos o que pudiese clasificarse en los torneos de candidatos, etcétera. Por ello mismo, tal vez es el momento de olvidarse de la carga egocéntrica del Elo y simplemente jugar al ajedrez.

Pero hay algo que siempre pasa, el ajedrez siempre da margen para mejorar. Si uno estudia puede jugar mejor ¿verdad?... ¿Pero es así en el caso de los ajedrecistas con más de 50 años? La experiencia sugiere que la baja de nivel no puede detenerse y si acaso, hacerse más lenta. El Maestro Internacional Kenneth Frey, con más de 70 años todavía se defiende en su nivel ajedrecístico. Va bajando lentamente, pero como que ha logrado suavizar esa caída.

A mí se me ha ocurrido que sí, a cierta edad ya uno se cansa más fácil y tiene menos motivación, pero tal vez esto pueda revertirse. Por ejemplo, yo tengo en estos momentos poco tiempo para trabajar en ajedrez por mis labores académicas, pero sin embargo, tengo la idea de probar una teoría propia: trabajar algunas horas por día en ajedrez y jugar -digamos- la Copa Independiencia, en este 2024 y ver cómo me va. Para ello ya me hice un plan para estudiar con más sistema, método y disciplina, pero más aún, he empezado a pensar que aquí hay un tema a considerar: la neuroplasticidad del cerebro.

Sabemos que la neuroplasticidad se define como la capacidad biológica innata que tienen nuestras neuronas y redes neuronales para cambiar sus conexiones y función en respuesta a nueva información, desarrollo, estimulación sensorial o daño cerebral.

Un ejemplo notable es el de a bicicleta invertida, la cual fue diseñada para que dé vuelta al lado contrario del volante. El siguiente video explica el tema perfectamente y muestra cómo la neuroplasticidad de un niño permite que eventualmente pueda usar esta extraña bicicleta.


Los niños parecen tener mayor neuroplasticidad en sus jóvenes cerebros y eventualmente pueden lidiar con problemas que le lleva mucho más tiempo a los adultos resolver. Pero ¿habrá alguna manera de cambiar la plasticidad cerebral o ésta se pierde con los años? Hallé una decena de libros interesantes al respecto. Los hay desde la trivialidad de los libros de "autoayuda" hasta estudios académicos al respecto. Voy a empezar a leer y aquí en el blog iré poniendo mis hallazgos. Tal vez no todo está perdido y la baja en en el nivel del ajedrecista se puede revertir. Me convertiré pues en mi propio conejillo de Indias.

Monday, August 24, 2020

El versátil cerebro

No hay duda que el cerebro humano es el más evolucionado en todo el reino animal. De hecho, Arthur Koestler decía que el ser humano se había “brincado” los caminos naturales de la evolución y que por ello, curiosamente, el hombre era un animal enfermo, pues su cerebro y evolución no correspondía a un mecanismo gradual. Pero “haiga sido como haiga sido” (dixit Felipe Calderón), es claro que el cerebro demuestra sus enormes capacidades, su neuroplasticidad, su increíble versatilidad. 

Por ejemplo, ya hace algunos años, publiqué en este mismo blog un artículo sobre una curiosa observación, la cual me llegó por correo electrónico: “Sgeún un eiudsto de una uinsrvdiead iglensa, no iomtpra el odern en el que las lerats eátsn ectasirs, la úcina csoa inrmptoate es que la prirmea y úlimta lreta eétsn esracits en la poóicisn ccrertoa. El resto peduen eastr ttmeatolne mal y aún párdos lelreo sin poamblers. Etso es pruoqe no leeoms cdaa ltrea por sí mmsia, snio la pbarlaa cmoo un tdoo. Peonmrestalne me pacere ilnírebce”.

Aunque probablemente la mayoría de los lectores puedan entender el párrafo en cuestión, he aquí la "traducción" al español perfectamente correcto: “Según un estudio de una universidad inglesa, no importa el orden en el que las letras están escritas, la única cosa importante es que la primera y última letra estén escritas en la posición correcta. El resto pueden estar totalmente mal y aún podrás leerlo sin problemas. Esto es porque no leemos cada letra por sí misma, sino la palabra como un todo. Personalmente me parece increíble”.

Mis reflexiones al respecto pueden verse aquí

Pues ahora he hallado otro evento notable sobre el cerebro humano. Obsérvese la siguiente fotografía. 


Parece ser en color, ¿verdad? Pues no. A alguien se le ocurrió dibujar líneas de colores en las ropas y rostros de los personajes y aparentemente la imagen blanco y negro se convirtió en una de color. Si creen que la fotografía está trucada, pongan su programa favorito de edición de imágenes para que vean que las ropas de las personas que salen en la foto son en tonos de grises. ¡No hay color! Es el cerebro quien “llena los agujeros” de la percepción y nos hace pensar que la imagen es en color.

Yo no sé ustedes, pero esto me ha dejado asombrado y habla de esta enorme versatilidad de nuestro cerebro. ¿Qué mecanismo se dispara para que esto ocurra? No tengo idea. Si alguien sabe más al respecto, mándeme un mensaje en los comentarios. Gracias.


Sunday, February 19, 2012

El cerebro, las computadoras y su organización


La semana pasada fui a ver una película de las denominadas "de permanencia voluntaria", casi. Se trata de "Votos de amor", y la anécdota trata de un matrimonio joven que sufre un accidente y la mujer sale disparada contra el parabrisas. Finalmente ambos se recuperan pero ella ha perdido la memoria. No recuerda a su marido ni su vida con él. Pareciera que sus recuerdos hubiesen terminado antes de decidir irse a vivir sola. La trama es la lucha de su esposo por reconquistarla. En el filme se aclara que la película está basada en hechos reales y al final de la misma dicen que la mujer en cuestión (la de la historia, pues), jamás recuperó la memoria aunque tuvo dos hijos con precisamente su marido.

Fuera de si la historia es real o no, llama la atención este asunto de la memoria. ¿Cómo estará organizada dentro del cerebro? ¿En dónde residen los recuerdos? ¿Qué dispara que un recuerdo aparezca y qué lo inhibe? Sin duda estamos ante una "caja negra", que es el cerebro, el cual nos da información a cuentagotas. Lo interesante es que el hombre estudia al hombre en su ser más íntimo, en donde residen sus pensamientos. Eso de entrada debe ser fascinante.

Pero el punto que me puso a dudar es si es posible que alguien olvide los recuerdos de una etapa de su vida. ¿No habría algunos hechos que pudiesen desencadenar que dichos recuerdos regresaran? ¿O es que la mujer de la película se golpeó en una parte de su cerebro que simplemente destruyó esa zona del mismo, dejando impecables sus recuerdos de estudiante universitaria? En la película el marido le pone una serie de estímulos: fotos de ellos, videos, lugares a los que fueron, etc., pero nada parece hacerle recordar a la protagonista.

Y quizás eso pueda pasar, porque la mente es un misterio, pero hay una serie de datos que son los que me hacen dudar. Por ejemplo, se sabe que en experimentos con ratas,a  las cuales se les han enseñado ciertos trucos, cuando éstas se les quita una parte del cerebro, pueden sin embargo, seguir haciendo los trucos que aprendieron. Esto pareciese mostrar que la memoria no se encuentra en un área específica del cerebro, sino que de alguna manera parece estar repartida por toda la masa encefálica o al menos, en algunas partes de la misma. Por ejemplo, en experimentos con un tomógrafo y la GM Zsuzsa Polgar, se halló que el cerebro de la gran maestra era estimulado en la parte del habla cuando veía imágenes de partidas de ajedrez, diagramas de posiciones, etc. Como si el cerebro hubiese decidido que el ajedrez podía asociarse al lenguaje (y tal vez lo es. Larsen decía: "el ajedrez es un lenguaje marcado por la agresión"). No sé si estos estudios mostrasen qué otras áreas del cerebro de la ajedrecista están involucrados en la actividad del juego ciencia.

Pero esto me lleva a un asunto que es más simple pero no menos ingenioso. La mayoría de la gente habla de que en sus computadoras tiene dos gigabytes de memoria, por ejemplo, o cuatro, o más incluso. Todos imaginamos la memoria de una computadora como una serie de espacios asignados a un identificador, como si fuese un arreglo de 2 gigalugares en donde se pueden poner números.


Lo curioso es que no es estrictamente cierto. De hecho, en los cursos de electrónica muchas veces se habla de chips que tienen 8K x 1 bit, es decir, tienen 8 mil lugares de un solo bit. Así, si queremos formar bytes, y tener una memoria de 8K bytes, lo que necesitamos es comprar 8 chips de 8K x 1 y ponerlos en paralelo. Es decir, cada byte esta repartido en 8 chips diferentes. En ese sentido da la impresión que sigue un poco la manera en como el cerebro parece organizar la memoria, la cual no parece tener un "lugar de residencia", pues. Lo mismo hacemos cuando usamos una computadora moderna. Desde luego que la abstracción que todos entendemos es que hay una serie de casilleros para poner números, que son la memoria, y que pueden accederse apuntando a la dirección numérica en la que se encuentran. Sin embargo, el hardware se encarga, por así decirlo, de "juntar" los 8 bits para formar el byte que requerimos. De alguna manera estamos en un mundo invisible.

Thursday, June 02, 2011

"Leer la mente", Nuevo libro de Jorge Volpi


Hace menos de una semana me compré el libro más reciente de Jorge Volpi, "Leer la mente", de Editorial Alfaguara. No sabía realmente qué esperar de esta obra. En la cuarta de forros del libro dice: "¿Qué pasa en mi cerebro cuando leo una novela o un cuento? ¿Cómo y cuándo aparecieron? ¿Qué parte de nuestro cerebro inventa las anécdotas felices o los desenlaces trágicos? ¿Por qué sufrimos o gozamos con los personajes de los relatos y de qué forma nosotros, los lectores, nos transformamos en esos personajes? ¿No es acaso el yo la mayor invención de nuestra mente? En este brillante y provocador ensayo, Jorge Volpi destierra la vieja idea de la ficción como entretenimiento y sostiene, por el contrario, que las novelas y los cuentos han sido esenciales para la evolución de la especie humana".

Pues lo empecé y al principio no me convenció, pero seguí leyendo y hallé que la tesis fundamental del autor es tratar de desentrañar el asunto de la ficción y su relación con quien la recibe o produce. Volpi se embarca en un viaje hacia lo que es el "yo", la conciencia, y los mecanismos que el cerebro humano parece tener para lidiar con la ficción.

Curiosas son algunas conclusiones: el cerebro sabe que una ficción es eso, una ficción, pero puede -por decirlo de alguna manera- representar el papel que ocurre en dicha ficción. Así, podemos padecer como el prisionero de guerra o bien, como el aventurero en la selva. El cerebro parece que se adueña de o los papeles que se están representando en esta especie de "obra de teatro" que ocurre en cualquier novela o narración. Volpi sugiere que esto es parte del éxito de la raza humana, porque gracias a esto, el hombre ha podido sobrevivir y pudiese ser un mecanismo de la supervivencia. Para ponerlo en un ejemplo que en estos momentos se me ocurre: sabemos que si nos tiramos de un décimo piso de un edificio, probablemente terminemos muertos. Y aunque no faltará quien diga que ya más de uno ha sobrevivido a una caída así, nos es claro que las probabilidades de que no nos pase algo fatal son mínimas. Entonces el cerebro juega con la idea e imagina que uno se ha tirado de un décimo piso con las fatales consecuencias que eso implica. No tenemos que vivirlo para darnos cuenta de que no es buena idea lanzarnos al vacío. Así pues, el cerebro digamos, genera los diferentes escenarios como parte de este proceso de tratar de visualizar el futuro. Y entonces, en nuestro cerebro somos todos los demás, y ellos son a su vez parte de nosotros mismos. Por ello, lloramos con quien esté afligido, al menos mentalmente, aunque no nos salgan las lágrimas, por decirlo de alguna manera.

La idea de Volpi tiene sentido en muchos escenarios. Cuando jugamos un video juego nos podemos convertir en Mario o Luigi, o en el soldado de Doom. O bien, cuando vamos al cine nos identificamos con los personajes, los vivimos, y muchas veces nos emocionan hasta las lágrimas, incluso a pesar de saber de que todo es una ficción muy bien armada.

Volpi entonces nos introduce al fascinante mundo de la mente, en donde plantea una idea que antes al menos yo no la había escuchado: el "yo" es un invento del propio cerebro. Es en alguna manera lo que nos identifica aunque este "yo" no está en realidad en ninguna parte -o está en todas partes. Vaya, me recuerda al "testigo silencioso", una figura quizás retórica de vernos desde fuera de nosotros mismos, analizarnos cómo somos, cómo actuamos con el derredor, como nos comportamos. De esta manera, pareciera que el cerebro se justifica para poder hacerse consciente de sí mismo creándose una figura que es nuestro "yo" interno.

Yo creo que el autor de Leer la mente apenas roza superficialmente el tema de la conciencia y el que nos hace darnos cuenta de nosotros mismos. Plantea interrogantes por demás importantes, como la de pensar si un organismo que se vuelve cada vez más complejo puede -en algún momento- cobrar conciencia de sí mismo, cosa que el crítico de la inteligencia artificial Searle, rechaza totalmente, y en lo cual disiento. De hecho, soy de la opinión que un organismo puede llegar a tal complejidad que en un momento dado, rompe este especie de sello de la no conciencia a la conciencia y se da cuenta de sí mismo. Ya más de uno se podrá preguntar cómo o por qué las computadoras no han cobrado conciencia de sí mismas. Mi respuesta me parece elemental: son organismos muy poco complejos y por ello no han podido darse cuenta de su propia existencia.

Como en Busca del Klinsor,en Leer la mente, Jorge Volpi hace un trabajo prolijo y obsesivamente documentado. Vale la pena leerlo y sacar cada quien sus propias conclusiones. De hecho, este es un trabajo que a mí me hubiese ser gustado ser el autor. Muy bien escrito, muy cuidado y además, con la característica de que es "Food for thought" (alimento para discurrir). Felicidades a Volpi por su nueva obra.