Vivir en México requiere de una buena dosis de paciencia y tolerancia. Pongo un ejemplo: voy por las calles de las Palmas y es sábado temprano. Voy con mi mujer para comprar un pastel. No conozco bien la zona y voy relativamente lento. Casi no hay tráfico. En algún momento un motociclista de reparto de comida me toca su claxon para que me apure porque no puede pasar. Acelero un poco. El motonauta me rebasa y se estaciona 10 metros más adelante. ¿Pues cuál era su prisa? Misterio.
Lo mismo veo muchas veces con las combis de transporte público e incluso los camiones que recorren la ciudad, muchas veces atascados de personas. De hecho -y haciendo un paréntesis- tengo la teoría que los choferes de estos camiones tienen una percepción del espacio vital que es diferente al de otros seres humanos. La frase "pásele, hay lugar atrás", es una demostración clásica que para el chofer, caben más personas en el autobús que el espacio existente para ello. Fin del paréntesis. El punto es que muchas veces los camiones o combis van a velocidades que sobrepasan cualquier mesura. ¿Pues cuál es su prisa? No entiendo muy bien. Quizás les pagan por hacer más viajes pero sin pensar en el costo de ir demasiado rápido. La verdad no sé.
Y en este México que nos obliga a veces de armarnos de paciencia, vemos como los gobernantes y funcionarios de la administración actual (o a veces del pasado), abusan o sacan provecho de su posición. Por ejemplo, salen las casas de Bartlett, escándalo que eventualmente se olvida. Bartlett, con casi 90 años, fue hasta hace poco la cabeza de la Comisión Federal de Electricidad. Antes fue Secretario de Gobernación, Gobernador en Puebla, Senador, Secretario general del PRI en 1981-1982, etcétera. Vamos, el hombre es un modelo de capacidades variadas. Puede tratarse de la CFE o bien ser senador. En todo caso es funcional y experto en todos sus puestos. Lo puedes poner en cualquier secretaría y hará un gran trabajo. Este Bartlett fue quien tiró el sistema electoral para que ganara Salinas en 1988. ¿Y saben? Me enferma este señor.
Hoy me enferma Adan Augusto López, otro mafioso empoderado. No importa las pruebas que se presenten. Él no sabía nada de los nexos criminales de su secretario de seguridad. Curioso que Adan Augusto, que tanto criticaba a Calderón, indicando que no era posible que no supiera de los tejes y manejes de su secretario de seguridad, García Luna, ahora está en una posición similar. Ese señor me enferma.
Pero el que ahora ha salido tramposo y ladrón es Mario Delgado. Hoy, como Secretario de Educación Pública, ha podido comprar dos departamentos de lujo por más de 17 millones de pesos. Y que no me diga que esto es producto de su trabajo. De hecho, Elba Ester Gordillo, la lideresa casi a perpetuidad del sindicato de maestros de este país, se hizo millonaria. No me extrañaría nada que ahora succione la ubre gubernamental el ladrón de Mario Delgado. Este señor me enferma cada vez más.
Y tengo una larga lista de personas del gobierno que me enferman. ¿Pero saben qué me enferma más? El que pasen por la vida como si fuesen honorables y sin mácula. Ellos son -al menos en su percepción- honrados, honorables, padres de familia respetuosos, no matan una mosca y viven -como ahora se ha puesto de moda- en la justa medianía (como Monreal, que de su "pecunio" se pagó sus costosas vacaciones en Europa). La realidad es que si se comportan así es por una sola razón: se sienten intocables y por encima de la ley y de todos los demás.