Internet es una bendición en muchos sentidos: abrió la posibilidad de hacer que el conocimiento se volviese accesible a todos. Con el tiempo se crearon un sinfín de herramientas y es claro que la red de redes es un parteaguas en cómo vivimos hoy día. Por poner un ejemplo, más de uno recordará cuando se usaba la Guía Roji para tratar de llegar a una dirección que no conocíamos. Y entonces abríamos un librito en donde uno buscaba el lugar correspondiente y entonces eso nos remitía a un mapa en papel de calles en donde, finalmente, teníamos que analizar e interpretar para saber cómo llegar. Hoy Google Maps no sólo nos muestra el mapa, sino que además, nos dice cómo llegar... Y lo hace incluso vía voz, dando indicaciones sobre dónde dar vuelta, qué calle tomar, etcétera. Vivimos tiempos asombrosos.
Pero con Internet llegaron muchos servicios que poco a poco se decantaron en su uso y así surgieron las redes sociales. Facebook tuvo un gran éxito y tan fue así que hasta película sobre Mark Zuckerberg se ha hecho. Hoy varios miles de millones (y no exagero) de personas, usan esta red social. Y la realidad es que es un portal interesante el de Facebook. Puede uno leer noticias, seguir a amigos, ver lo que hacen los demás e incluso las “celebridades” del espectáculo, etcétera. Sin embargo, existen personas que quién sabe cuáles son sus aviesos fines, que de pronto hacen cosas como robarlas fotos de algún usuario, hacerse de una cuenta de Facebook con se nombre (que no es el de ellos), y tratar de engañar a los amigos del personaje suplantado haciendo creer que es el personaje original.
Y esto me pasó ayer. De pronto recibo una invitación por Facebook para incluir a mi amigo, al cual llamaré Sr. X. Se me hizo raro porque al Sr. X nunca lo he visto acceder a Facebook. Poco después de aceptar la amistad, recibí un chat del Sr. X. Me saludaba y en la plática virtual me comentó que estaba en Miami, pero que regresaba la siguiente semana y me decía de la posibilidad de reunirnos. Le dije que sí y me pidió mi teléfono. Y ya ahí empecé a sospechar de este Sr. X, porque mi amigo seguro tiene mi teléfono. Le di entonces uno falso. El apócrifo Sr. X me dijo que me agregaría a Whatsapp pero desde luego, no pudo hacerlo porque el teléfono que le di no existe. Me dijo entonces que no pudo darme de alta. Le contesté “qué raro, déjame ver qué está pasando”... Y en el mientras le escribía a la cuenta del auténtico Sr. X en Twitter para que me confirmara que era él. Como no me contestó, pensé que si fuese el auténtico Sr. X, habría visto los mensajes en Twitter. Por ende, dejé al sospechoso Sr. X y me fui a dormir. Al día siguiente localicé al verdadero Sr. X y me confirmó que la cuenta de Facebook con la que interactúe no era de él. Entonces procedí a reportar la cuenta y ya se hará cargo Facebook de los trámites para eliminar a este indeseable.
Yo sé que a mucha gente le habrá pasado algo similar a lo que me ocurrió. Simplemente no entiendo por qué hay personas que quieren engañarnos. ¿Querrá mi teléfono para agobiarme con spam telefónico? ¿Buscará hacerme algún truco para entrar a mis cuentas de banco vía Whatsapp? ¿Por qué estos delincuentes nunca tienen castigo? ¿Por qué tenemos que estar a las vivas para que “no nos metan un gol”?