Se supone que las votaciones, en cualquier país democrático, sirven para que la voluntad del pueblo se exprese. Pero en México, por muchísimos años, las elecciones públicas han sido manipuladas de manera tal que en muchas ocasiones al menos, los candidatos que debían ganar no ganan y sin embargo, el país parece no importarle. Por ejemplo, en la elección que ganó Salinas de Gortari, si es que la memoria no me falla, quien parecía llevar la delantera era Cuauhtémoc Cárdenas. Pero algo pasó y de pronto, "se cayó el sistema". El responsable de esto fue nada menos que Manuel Bartlett, que ha estado en la política desde hace muchísimos años. Ha sido Secretario de Gobernación (1982-1988), Secretario de Educación Pública (1988-1992), Gobernador de Puebla (1993-1999), Senador del Congreso (2012-2018), Director de la CFE (20128-2024), entre otros cargos. Tiene 89 años y ha vivido de la política toda su existencia. Por cierto, de ser priísta, ahora es morenista. Aunque hay muchísimos políticos que se han cambiado de camiseta de acuerdo a los vientos que imperan en algún momento.
Pero desde luego, hay un sinfín de fraudes electorales. Cuando ganó Calderón a López Obrador, el ganador de la contienda dijo que "aiga sido como aiga sido", pues el Instituto Electoral le dio el triunfo a pesar de las críticas del tabasqueño, que exigía contar voto por voto y casilla por casilla. Habrá quien diga que no hubo fraude, otros que sí lo hubo, pero el hecho es que fue una votación polémica y de alguna manera muy desaseada.
Pero antes de eso, los gobernantes en turno, para no perder el poder, usaban toda clase de trucos como el "el carrusel", en donde al votante le entregan ya las papeletas marcadas. El elector va a la casilla, le dan las papeletas limpias pero él simplemente deposita en las urnas las marcadas a priori. Entrega a quien le dio las boletas marcadas las limpias, le dan una cantidad de dinero y listo. Y así sucesivamente. Y bueno, este es uno de tantos trucos que se hacen para apoyar a un candidato a ganar.
El domingo 1 de junio vienen las elecciones a 881 puestos del poder judicial. Se buscan nuevos jueces y magistrados porque era tan corrupto este poder que la solución es que se elijan a los mismos en votaciones populares. Bueno, eso nos han dicho, pero la verdad es que todo empezó por el acto de rebeldía de la Ministra Piña, al no levantarse de su asiento cuando López Obrador iba a pronunciar unas palabras. Y ese acto no pasó desapercibido. El anciano delirante de Tabasco decidió su venganza de manera simple: aniquílese al poder judicial y para ello propuso esta elección que no tiene ni pies ni cabeza, amén de estar organizada de manera caótica, amén de tener un número enorme de errores.
Hay toda clase de candidatos, algunos impresentables, como Lenia Batres, que de leyes sabe tanto como yo sé de Origami. O la ministra plagiadora, Yasmín Esquivel, que es claro que le darán su lugar en la Suprema Corte. El problema es que en la convocatoria para aspirar a algún puesto en el poder judicial se necesitaba probidad y honestidad. La Sra. Esquivel no tiene ninguno de esos atributos. Pero les apuesto doble contra sencillo que estará entre los ganadores de la Suprema Corte.
Votar en esta elección que tan forzadamente se ha hecho, es evidentemente quererle cumplir el deseo del anciano ignorante, expresidente de México, que nos mintió por seis años y que ahora bien sabe, mejor no sacar la cabeza ni para decir hola, porque el descontento de su pésima administración está clarísimo. Vamos, seguro no va a a votar. Y no lo hará porque sabe que no le conviene aparecer de nuevo en la vida pública. Y miren, más allá de lo que piense de López Obrador, es una pena haber dedicado tantos años a obsesionarse con ser presidente y al lograrlo, el no saber qué hacer. Tuvo 12 años para prepararse pero no hizo nada. Peor aún, hizó un sinfín de megaobras inútiles que los mexicanos seguiremos pagando por años.
Pero ¿Votar o no votar? Cada quien que decida en su fuero interno. Lo que queda claro es que ya se lanzó un programa de "acordeones" para que los electores tengan idea de por quién votar. Esos acordeones son evidentemente un modelo más de las transas de los que quieren manipular la elección. Para colmo, los votos los contará el INE, no las personas, por lo que claramente se nota que habrá "mano negra". Y es que en un país donde la corrupción abunda, no hay manera de creer que esta elección será legal y limpia.
Ahí están las pruebas, el desaseo del proceso, los candidatos supuestamente con nexos con el narcotráfico, la nefasta plagiadora, y toda la pandilla de personajes que seguirán viviendo del país, pero en esta ocasión protegidos por Morena y la cuarta transformación, que cada vez nos quita más posibilidades de tener un país democrático.